domingo, 28 de mayo de 2017

Segunda Guerra Mundial: Españoles en el Ejército Soviético

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En esta ocasión, nos toca hablar de los españoles alistados en el Ejército Soviético. Este es el cuarto artículo que publico sobre la participación de los españoles en la Segunda Guerra Mundial en el Frente del Este, destacando en las entradas anteriores a los soldados encuadrados en el Ejército Alemán. 

He pasado mucho tiempo leyendo, repasando, escuchando testimonios y buscando información de forma exhaustiva esperando que los datos expuestos sean muy rigurosos. Animo al lector a que envíe cualquier información relevante que por olvido o desconocimiento no se vea reflejado en estos artículos. Debo reconocer que mientras escribo, voy recordando mi participación en el XII Festival Internacional de la Juventud que se celebró en Moscú en 1985, formando parte de la Delegación Española, donde pude visitar lugares emblemáticos de la Defensa de Moscú durante la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, disfrutar de dos días de trabajo intenso con los miembros del Centro Español de Moscú, formado mayoritariamente por los llamados “niños y niñas de la guerra”. Algunos de ellos, los mayores, participaron activamente en la Defensa de Moscú, Leningrado y Stalingrado.
La Brigada Independiente de Fusileros Motorizados de Destino Especial (Otdelnaya Moto-Strekovaya Brigada Osobo Naznacheniya u OMSBON), fue creada por la policía política soviética del NKVD, para llevar la lucha más allá del frente alemán, es decir, en la retaguardia. En él se constituyó el Batallón Multinacional con la finalidad de encuadrar extranjeros de ideología bolchevique para enfrentarse al Eje. La 4ª Compañía de dicho batallón sería la que estaría formada en su mayor parte por voluntarios republicanos españoles.
En el verano de 1941, la 4ª Compañía Española del OMSBN se forma en Moscú liderado por el capitán Pelegrín Pérez Galarza, nacido en Buñol, Valencia, integrado por 125 voluntarios, entre los que 119 eran hombres y 6 mujeres.
El OMSBN estaba al mando del coronel soviético Mihail Fedoróvich Orlov, y la 4ª Compañía Española la dirigía el comandante Domingo Ungría, un veterano guerrillero de la Guerra Civil Española. Pelegrín Pérez Galarza sería nombrado comisario político de sus hombres en representación de la NKVD bajo supervisión del jefe de esta, Lavrenti Beria.
El entrenamiento de la 4ª Compañía Española se hizo para actuaciones como guerrilla partisana y saltos en paracaídas tras las líneas del Eje en Ucrania y Rusia.
Su bautismo de fuego fue en la defensa de Moscú, durante el crudo invierno de Diciembre de 1941. Los alemanes fueron detenidos a las afueras de la ciudad. La 4ª Compañía Española custodió esta posición hasta el invierno de 1942. Algunos miembros tomaron parte en escaramuza contra los invasores en los alrededores.
Los primeros españoles en llegar tras las líneas enemigas lo hicieron saltando en paracaídas sobre Ucrania: seis hispanos y seis soviéticos. Posteriormente se sumo el resto de la Compañía. Ucrania era un lugar paradójico puesto que se estaba luchando una guerra civil dentro de una guerra mundial: Alemania mantenía el país ocupado militarmente, pero parte de este había conseguido la autonomía, desplegando un ejército nacionalista ucraniano para luchar contra la URSS.
EL 25 de Junio de 1942, la 4ª Compañía Española fue descubierta en su escondite por los alemanes y los nacionalistas ucranianos y aunque todos los españoles pudieron escapar, en la acción resultó herido en un brazo Josep Florejacs, que sería evacuado hacia Moscú en un avión de salvamento.
Con la ofensiva alemana que culminó en la expulsión del Ejército Rojo de Ucrania y su huída a Kazakhastán y la Cordillera del Cáucaso, la 4ª Compañía Española fue evacuada de su área de operaciones y enviada a restablecerse en la República Soviética de Georgia, concretamente en su capital Tiblisi.
A finales de 1942 y primeros de 1943 los republicanos españoles combatieron a los alemanes, nacionalistas georgianos y otros pueblos independentistas del Cáucaso en las más altas montañas de la región euroasiática.
En la localidad de Guelenzhik donde se reunió el mayor contingente republicano español en el Frente del Este. La mayor parte de las bajas españolas tuvieron lugar contra las tropas rumanas que se asentaban en las playas del Mar Negro. Entrado 1943 y tras ser el Cáucaso reconquistado por el Ejército Soviético, la 4ª Compañía Española regresó a Moscú.
En la Batalla de Stalingrado, Francisco Cañizares, José Letosa y José Francés fueron lanzados en paracaídas tras las líneas alemanas y lograron destruir un puente que impidió la llegada de importantes reservas para el Eje a la urbe.
Moscú de nuevo se convirtió en sede de la 4ª Compañía Española, esta vez bajo el mando del propio líder de la NKVD, Lavrenti Beria, el cual gestó un plan para capturar al general de la División Azul Española, Emilio Esteban Infantes, por un grupo de seis españoles vestidos con uniformes de oficiales alemanes que saltasen sobre Lituania. Los seis españoles llegaron a la capital de Lituania, Vilna, sin embargo una vez allí no pudiendo atrapar a su objetivo. Tras la experiencia la NKVD ordenó enviar de nuevo a los españoles a Ucrania, lugar donde la 4ª Compañía Española sabía pelear mejor.
En Julio de 1943, en Ucrania un comando compuesto por 20 guerrilleros españoles recibió la misión por orden de Lavrenti Beria de destruir un tren en el que se alojaban oficiales alemanes. Cuando los españoles llegaron sigilosamente a la estación, no pudieron acercarse porque los alemanes estaban haciendo una fiesta en la que habían invitado a todos los aldeanos ucranianos de un pueblo cercano. La misión tuvo que retrasarse quedándose los españoles tumbados a la espera, pero tuvieron mala suerte porque un perro vigía los olió, así que se puso a ladrar avisando a los centinelas que respondieron disparando. El tiroteo fue corto y los partisanos se ocultaron entre la oscuridad lanzando pequeñas descargas toda la noche. Al amanecer consiguieron infiltrarse en la estación y destruir el tren con una fuerte explosión. Aquel fue el único tren en la Segunda Guerra Mundial volado por españoles, en la acción uno de ellos murió en el combate el asturiano Antonio Blanco de 22 años.
Una vez los alemanes se retiraron de Ucrania, la misión de lucha partisana terminó para la 4ª Compañía Española, unos se enrolaron en el Ejército Rojo y Otros siguieron realizando operaciones tras las líneas enemigas: Manuel Souto, Baltasar Ripoll y Carlos García en Rumanía; y en Checoslovaquia los radiotelegrafistas que apoyaron a los checos, Segundo Moreno y Ángel Ferrer. Otros lucharon en Yugoslavia, Hungría o Austria. Algunos españoles pudieron tomar parte en la Batalla de Berlín en 1945, como el teniente vasco, Manuel Alberdi que tendió un puente sobre el Río Spree para que los soviéticos pudieran marchar sobre el Reichstag.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial habían muerto un total de 204 españoles de la 4ª Compañía Española del OMSBN. Hubo más de 700 condecoraciones soviéticas para los hispanos, entre las que había Medallas de la Estrella Roja y la Orden de Lenin, además de otras concedidas por los Estados comunistas del Pacto de Varsovia en la Guerra Fría como Polonia, Rumanía, Hungría o Yugoslavia.
También comenzaron a combatir en la guerrilla los pilotos republicanos, pero en 1942 uno de ellos, José María Bravo, se encontró por casualidad en Moscú con el general Alexander Osipenko, jefe de la defensa antiaérea soviética que le conocía desde la Guerra Civil Española.
Fue así como más de 70 españoles lograron combatir en los cielos de la URSS. Por el número de aviones derribados los nombres de varios quedaron grabados en la lista de los hombres destacados de la Segunda Guerra Mundial. Prueba de ello es el hecho de que en la escuadrilla de cinco cazas que escoltó el avión de Stalin a la conferencia cumbre de los aliados en Teherán, tres eran pilotados por españoles, y la encabezaba el para entonces coronel José María Bravo al que dedicaremos un artículo en nuestra próxima entrada.
Más mérito aún tienen sus proezas, petrificadas en monumentos sobre las tumbas españolas en Crimea y el Cáucaso, los bosques de Smolensk y Leningrado, y a orillas del Volga convertidas en auténticas leyendas.
En la antigua Stalingrado, a escasos metros del rio, está la tumba del capitán Rubén Ruiz Ibarruri, héroe de la Unión Soviética e hijo de la "Pasionaria", Dolores Ibárruri.
Dos combates le cubrieron de gloria. En el primero, cerca de Borísov, al frente de un pelotón de ametralladoras, el teniente Ruiz contuvo el avance de fuerzas alemanas muy superiores hasta perder la última ametralladora y luego sólo con granadas y pistolas lanzó un contraataque que desorientó a los nazis e hizo posible la llegada de refuerzos. Meses después, ya en Stalingrado, tomó el mando de un batallón y poco antes de morir consiguió detener el avance de una división acorazada alemana.
En la capital rusa está situado el Parque de la Victoria, dedicada a los caídos en la Gran Guerra Patria, como llamaban en la URSS a la contienda de 1941-1945 contra Alemania. La plaza también es un museo al aire libre sobre la Gran Guerra Patria.
Terminado tras la caída del comunismo, el parque alberga una iglesia ortodoxa, una mezquita y una sinagoga, símbolos de las principales religiones de Rusia. En una esquina del parque, en medio de una glorieta, aparece inesperadamente una pequeña capilla católica.
Una lápida en ruso y español recuerda al puñado de españoles que combatieron hombro a hombro con sus camaradas soviéticos.

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Fuerteventura, 28 de Mayo de 2017

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