Hace 376 años, un 19 de
mayo de 1643 tenía lugar la Batalla de Rocroi entre los Tercios Españoles y el
ejército francés con balance negativo para los primeros.En Rocroi se presentaron
dos poderosos ejércitos. Por un lado, el ejército francés al mando Luis II de Borbón-Condé,
Duque de Enghien, compuesto por unos 23.000 soldados y el ejército español a
las órdenes del portugués Francisco de Melo, capitán general de los tercios de
Flandes, compuesto por aproximadamente 20.000 soldados. La batalla duró aproximadamente
seis horas y comenzó al amanecer de aquel día, de aquel 19 de mayo.
La batalla de Rocroi se
ha presentado tradicionalmente como el declive de los Tercios Españoles y de la
hegemonía española en Europa, sin embargo, la historia es muy caprichosa y a
veces no es necesario agrandar la leyenda negra, sino que basta con analizar
los libros y a los autores, y como se mostrará a continuación Rocroi no es el
final de los Tercios ni mucho menos de la hegemonía española en Europa.
Contexto
histórico
La batalla de Rocroi no
puede ser entendida sin su contexto histórico más cercano, la Guerra de los
Ochenta Años (1568-1648). En este sentido, la Monarquía Hispánica todavía
mandaba sobre el orbe y no pocos eran los enemigos directos que querían acabar
con su hegemonía. La Guerra de los 80 Años en un primer momento se conoció como
la guerra de Flandes para los españoles o Guerra de la Independencia para los
holandeses. Sin embargo, España luchaba no solo contra las Provincias Unidas de
los Países Bajos sino también contra las demás potencias en lo que se conoció
como la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) sobre todo contra Francia e
Inglaterra y demás naciones que se involucraron viendo una posibilidad de
llevarse su trozo del pastel a costa de estas guerras.
Así, España se desangraba
en una guerra que parecía infinita mientras los recursos económicos comenzaban
a escasear. Ante esta situación, España entró en guerra abierta con Francia en
la que su frente principal se trasladó a la frontera entre ambas naciones. Todo
ello mientras España sufría la Crisis interna de 1640, que casi le cuesta la
desintegración de la Monarquía Hispánica. En este sentido, durante 1640
estallaron sucesivas revueltas en Portugal y Cataluña, propiciadas en gran
medida por las medidas político-económicas del Conde-duque de Olivares y que se
vio agravada por la intromisión de la Francia del Cardenal Richellieu.
Para desquitarse de la
presión francesa sobre los territorios del Franco Condado y Cataluña, España
invadió el norte de Francia, junto a la frontera belga, sitiando la ciudad de
Rocroi en las Ardenas. Con ello, desplazaría la atención francesa hacia aquella
zona, descongestionando la situación que había en España. Esta maniobra había
sido probada con anterioridad en 1641, sobre todo en Honnecourt y Lens en las
que los galos salieron derrotados. Sin embargo, en esta ocasión, Melo se
apresuró demasiado.
Enghien, alertado de las
intenciones españolas, se dirigió rápidamente hacia Rocroi para romper su cerco
y plantar batalla en campo abierto. Todo ello, mientras Melo y los Tercios
esperaban la ayuda de unos 4.000 soldados de Juan de Beck, que, a marchas
forzadas, venían desde Luxemburgo.
LA
BATALLA
La maltrecha y ajironada
bandera blanca con el aspa roja se mantenía al viento, acribillada a balazos de
plomo. Los franceses continuaban su escabechina, pero los españoles respondían
vendiendo cara su piel. Era un 19 de mayo de aquel 1943 y los españoles resistían
en aquel campo solitario.
Enghien contaba con
16.000 infantes y 7.000 jinetes (unos 23 000 hombres en total), según los
autores, aparte de 12 piezas de artillería, mientras que Melo disponía de unos
22.000 hombres y 24 cañones, contando además con el refuerzo de Jean de Beck,
que desde Luxemburgo vigilaba la frontera con unos 3.000 infantes (incluido el
Tercio de Ávila) y 1.000 jinetes.
En este sentido, los
españoles, intuyendo que los franceses irían a socorrer el fortín, formaron de
manera clásica, es decir, con la infantería en el centro y la caballería a los
lados disponiendo de artillería en el frente. No fue así, sin embargo, ya que
los franceses, contra todo pronóstico, presentaron batalla y su disposición fue
la misma que la de los españoles.
Los franceses se
desplegaron con dos líneas de infantería en el centro, la caballería en cada
lado de la infantería protegiendo los flancos, mientras disponían de una línea
de artillería al frente. En el centro se ubicaba L´Hopital y comandando los flancos
La Ferté por el izquierdo y Gassion por el derecho, mientras el marqués de
Sirot aguardaba en la retaguardia.
En el bando imperial, los
tercios españoles estaban en vanguardia, en primera línea de fuego, todo un
privilegio que era codiciado por los españoles por ser estos tropas de elite.
Tras ellos, los tercios italianos mientras que en la retaguardia se situaban
los valones y alemanes, al mando del conde Paul-Bernard de Fontaine (general de
66 años al servicio de España). La distribución de la caballería se situaba
también a ambos lados de la infantería. Así el ala derecha era dirigida por el
conde de Isenburg mientras que la izquierda por el duque de Alburquerque.
También delante de todos se situaba la artillería.
Durante los días
anteriores a la batalla ambos ejércitos se situaban muy próximos. Sin embargo,
según las crónicas, un desertor, quizá de origen francés, avisaría a Enghien
sobre la inminente llegada de refuerzos españoles que dirigía Jean de Beck.
Este hecho, provocaría que los franceses de madrugada, el 19 de mayo, atacasen
a los españoles.
El cuadro español carecía
de un orden disciplinado, como se ha visto otras veces, y esto fue aprovechado
por Enghien que dispondrá el grueso de su caballería en el flanco izquierdo
para envolver a las tropas españolas.
A pesar de ello, los
franceses moverían ficha primero. El comienzo francés fue bastante deficiente
pues al mismo tiempo se mandaron dos cargas de caballería francesa contra los
flancos enemigos. Estas, fueron rechazadas por los españoles en ambas ocasiones
y quedó bastante dañada. Tras ello, la caballería española se replegó, llegando
a la primera línea francesa y consiguió capturar algún cañón enemigo. Aquí,
relatan los autores que Melo perdió una gran oportunidad pues tras esta acción
se podría haber decidido la batalla del lado español, sin embargo, Melo no
envió a la infantería.
Por ello, Enghien
consiguió reorganizarse y volvió a enviar a la caballería. Esta vez sí logró
poner en retirada a los españoles. Con esta acción, se aniquiló a medio millar
de arcabuceros que se situaban en un pequeño bosque. Estos fueron envueltos por
el ataque francés de la caballería. Nuevamente, Fontaine ordenó que la
infantería imperial mantuviera sus posiciones.
La caballería de
Alburquerque logró avanzar y tuvo a un palmo a la artillería francesa en dos
ocasiones. Lamentablemente, los jinetes de Gassion fueron ganando terreno y los
de Alburquerque se vieron obligados a batirse en una desordenada retirada. Tras
ello, los franceses chocarían con la infantería española que aguardaba en la
vanguardia de ese flanco. Según los autores, aquí sucederá un terrible y
sangriento combate, en el que perdieron la vida el conde de Fontaine y los
comandantes de Tercio, el Conde de Villalba y Antonio de Velandia.
Melo, viendo el peligro,
intentó reagrupar a la caballería del flanco izquierdo y a duras penas lo
consiguió, pues esta se rehízo y cargó nuevamente contra los franceses. A pesar
del esfuerzo, los franceses mandaron a la infantería en ayuda de su caballería
y los de Alburquerque se tuvieron que dispersar otra vez.
Tras ello, los franceses
cargarían acto seguido contra los tercios alemanes y valones que, al carecer de
caballería que les apoyase, sufrieron grandes pérdidas.
La Ferté, por otro lado,
desviaba su ala izquierda para evitar el barrizal y un pequeño lago, mientras
se exponía a la caballería imperial de Isenburg, quien evidentemente aprovechó
la ocasión y aplastó a la caballería de La Ferté, que aparte de recibir tres
balazos cayó prisionero. Tras esto, la caballería de Isenburg siguió avanzando
hasta la artillería francesa, la cual fue capturada. A pesar de todo, los
españoles continuaban disparando con su artillería, 24 cañones, mientras los
franceses carecían de ella.
Sin embargo, la batalla
rápidamente cambiará de signo y la balanza se inclinará del lado francés. En
este aspecto, Enghien toma el resto de la caballería francesa y atraviesa el
centro del ejército de Francisco de Melo. Con ello, consiguió separar, por un
lado, a la infantería de la caballería a la par que derrotaba a la caballería
de Isenburg.
Con esta acción, los
tercios italianos comenzaron a retirarse, mientras los refuerzos no llegaban.
La orden de Melo fue contundente, resistir. Pues aún mantenía la esperanza de
que la infantería de refuerzo acudiera en seguida.
Mientras este caótico
combate tomaba forma, los soldados de los cinco tercios españoles se
reagruparon con la idea de no ceder ni un paso de terreno. Formaron un gran
rectángulo de picas y consiguieron rechazar al enemigo durante las primeras
cargas francesas. Cabe decir que estas dos primeras cargas de la caballería
francesa fueron un contundente desastre que casi le cuesta la vida a Enghien.
Sin embargo, los españoles se quedaron sin pólvora y en la tercera carga, los
franceses lo percibieron. Los tercios, aun así, aguantaron otras tres cargas
sucesivas, a pesar de que la caballería había abierto varias brechas en aquel
cuadro de picas españolas. La infantería
francesa se aproximaba y había conseguido recuperar algún cañón. La situación
era insostenible para los españoles, quienes resistían como jabatos sin ceder
apenas nada. Apenas quedaban dos tercios
que recibían retales de los demás. Estaban maltrechos y moribundos, pero tras
rechazar varias rendiciones honrosas seguían en pie. Según los expertos, se
intentó negociar rendiciones honrosas con términos muy ventajosos para los
españoles, un intento conveniente ya que los franceses temían la llegada de
Beck.
La resistencia se
mantendría durante un tiempo hasta que no quedó más remedio que aceptar la
capitulación. Se acordó que aquellas “murallas humanas” que habían resistido
con uñas y dientes salieran en libertad con sus banderas desplegadas y
conservando sus armas.
Melo sobrevivió con
apenas 3.000 infantes ya que unos 5.000 yacían muertos sobre aquellos campos de
Rocroi, siendo la mitad de ellos españoles, mientras el resto había desertado o
se encontraba prisionero. Además, se perdieron los 24 cañones y la tesorería
del ejército que muchos autores cifran en 40.000 escudos. Sin embargo, no todo
queda ahí. Las cifras de los franceses son también espeluznantes dejando unos
4.000 muertos. Esta batalla le costaría a Enghien algo más de un mes para poder
recuperarse militarmente.
Tras Rocroi, España
comienza a dar síntomas de debilidad, aunque sin embargo continuará firme hasta
1.700. Tristemente en Rocroi se perdió el grueso de la fuerza especial y
veterana, los Tercios Viejos.
Repercusiones
La repercusión de esta
derrota se debe a la historiografía extranjera, sobre todo a la francesa. Pues
se ha venido afirmando que Rocroi marca el inicio del declive español y, sin
embargo, no fue así. Los tercios aún mantuvieron un alto grado de eficacia y su
aportación militar en las campañas contra Francia proporcionó algunas victorias
significativas, como la de Valenciennes. Habría que situar el declive militar
español en la batalla de Las Dunas en torno a 1658.
No hay que restar
protagonismo a los tercios españoles en Rocroi ya que defendieron el terreno a
muerte, cada palmo y cada centímetro mientras causaron unas 4.000 bajas a los
franceses. Sin embargo, la historia, nuevamente caprichosa se ha cebado con
nuestros hombres quitándoles protagonismo y eficacia en esta batalla y no fue
así. Cierto es que la aureola de invencibilidad de los tercios ya no era la
misma y que Francia comenzaba a abrirse paso en aquella Europa española.
Mientras Francia tomaba
protagonismo con Luis XIV, España decaía en todos los frentes, y es por ello,
quizá, que se haya tomado Rocroi en 1643 como el punto de inflexión en la
historia de la Monarquía Hispánica y de los tercios. Aunque estos todavía
darían mucho que hablar, sobre todo contra Francia a la que derrotan en
Tuttlingen a finales de este mismo año. Sin embargo, Rocroi sirvió también para
que España reconociese la Independencia de Holanda unos años más tarde.
La derrota de Rocroi se
explica también por la crisis por la que atravesaba España en aquel momento,
crisis internas, independencia de Portugal, guerra contra Holanda y Francia… El
comercio en América comienza a ser explotado por Francia, Inglaterra y Holanda
y España entra sucesivas bancarrotas. Además, Melo no calculó la repercusión de
la batalla y no espero los refuerzos de Beck que venían de camino, mientras los
franceses habían asimilado la forma de combate español y les hacían frente.
Tampoco se fortificaron las zonas para poder retirarse ni se cubrieron los
flancos por los que podrían atacar los franceses. Un error en el exceso de
confianza que les costó la derrota frente al ejército francés que quedó boquiabierto
mientras temblaba ante la defensa española.
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Gracias.
BIBLIOGRAFIA
ESPARZA, JOSE J.,
Tercios, La esfera de los libros, Madrid, 2017, pp. 331-338
VILLEGAS GONZALEZ, A.,
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VV. AA., Grandes batallas
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VV. AA., Los Tercios
saben morir, Ediciones Hoplon, Alicante, 2015, pp. 83-96
PELICULAS
DIAZ YANES, A. (Dir.),
Alatriste, 20th Century Fox, 2006
Fuerteventura, 22 de Mayo de 2019